lunes, 31 de agosto de 2009

Management, con Ñ. (II)

Encuentro una interesante aportación de Santiago Álvarez de Mon en el prólogo de la obra auspiciada anualmente por CRF Leading Managers, que aporta luz a la primera entrada y me complace reproducir.

DEL DIRECTIVO LOCAL AL 'MANAGER' TRANSCULTURAL

"No se entiende el impresionante desarrollo económico de España durante las dos últimas décadas, la decidida y consistente expansión internacional de nuestras empresas, sin el talento, esfuerzo y compromiso de multitud de directivos. Desde el respeto y reconocimiento a su actitud y solvencia, a su disposición permanente para aprender, me detengo en estas líneas en las que considero algunas de las asignaturas pendientes del profesional español de la dirección.

En un mundo crecientemente complejo, convulso, interdependiente y globalizado, donde las variables históricas, geopolíticas y sociales tienen un impacto real y tangible en la cuenta de resultados, el sustrato cultural requiere ser enriquecido y completado. No se puede viajar a coordinar o supervisar operaciones radicadas en el extranjero, entender e integrar otras nacionalidades en la vida de la organización, desarrollar redes de cooperación con personas de distintas mentalidades, en definitiva, gestionar la diversidad, si sólo se mete en el equipaje un bagaje meramente técnico. La apertura mental, la empatía para comprender otras historias personales, la curiosidad cultural para nutrirse de otras civilizaciones, constituyen aspectos soft que, tarde o temprano, en mayor o menor medida, determinan el fracaso o éxito de la experiencia.

Por su carácter estratégico, urge cubrir ese ancestral y sensible déficit cultural. Toca leer algo más que memorándums de la empresa y análisis sectoriales, ha llegado la hora de estudiar un poco de sociología, filosofía, historia, antropología, economía, etc. La base humanista de hombres y mujeres que se enfrentan a decisiones delicadas en entornos que son cambiantes y desafiantes. Sin olvidarnos de dos viejas lagunas de la clase directiva, trabajo en equipo y gestión del tiempo, –todavía predominan el individualismo y la dispersión ruidosa–, me gustaría subrayar un segundo apartado que la crisis actual eleva a factor crucial y diferencial.

Si el presente y el futuro van a examinar al directivo en una dimensión, ésta tiene que ver con cuestiones de carácter. Es un músculo moral, una fibra emocional que se ha de ejercitar para revitalizarlo y tenerlo listo para partidos ciertamente complicados. Expongo algunos atributos de un carácter abierto y confiado, a la vez que humilde y sanamente preocupado. La honestidad, crítica para hacer un diagnóstico veraz de la situación planteada y compartirlo con trasparencia y rigor. La responsabilidad personal, imprescindible para asumir los inevitables errores que se cometan y aprender de ellos. La libertad interior para elegir una respuesta esperanzada frente a dilemas y retos desequilibrantes. La constancia y perseverancia para no arrojar la toalla, para mantenerse firme en una maratón agotadora. La humildad para no dimitir psicológicamente y convivir con carencias y limitaciones recurrentes. La frontera mental de hombres y mujeres entregados a su profesión es la fina línea divisoria que va a separar al manager transcultural que el siglo XXI precisa, del directivo local que se quedó paralizado en su aldea natal."

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