jueves, 3 de diciembre de 2009

Un "profe" muy exigente

Hoy he conocido el motivo por el cual cierta persona no se presentó a la tercera sesión del curso "Técnicas para hablar en público" que he conducido recientemente para un Ministerio: "el profesor era muy exigente".

Esta noticia me ha hecho reflexionar. Primero no me gustó, me hizo pensar que no había sido capaz de sintonizar en la debida forma con todos los participantes, detalle malísimo para un entrenador. Después lo he interpretado de otro modo, encontrando aspectos positivos y reforzando el valor del esfuerzo como epicentro del desarrollo y del progreso profesional (y personal también, por supuesto).

A veces, el problema es la pasión
Siempre se destaca lo decisivo que resulta para el éxito en general aplicar pasión a lo que hacemos. Un servidor participa de esa creencia y acumula numerosísimos ejemplos que atestiguan que una labor hecha de forma rutinaria, es decir, sin pasión alguna pasa desapercibida.

En coherencia con ello, uno procura empujar (en ocasiones, tirar) con pasión en el desempeño de su trabajo a las personas para las que trabaja. Me doy cuenta sin embargo, después de respuestas como la comentada más arriba, que en ocasiones la pasión es un problema. Prometo seguir mejorando.

Bien, como un servidor tiene hoy un buen día, voy a obsequiarles con un corte espléndido de una película argentina no menos formidable: No sos vos, soy yo. En la cinta, un extraordinario Diego Peretti interpreta a un tipo que ha sido abandonado por su esposa y visita al psicólogo, papel que borda uno de los integrantes de Les Luthiers. Disfruten del fragmento y encuentren la metáfora de "la pasión".

Que les vaya bien.